La torpe avutarda descansa

Bodega Carrascas

Carrascas es una bodega situada en pleno corazón de La Mancha, con importantes premios internacionales y con una gama de productos de alta gama elaborados exclusivamente con uvas propias de su finca, en la cual conviven hasta seis variedades distintas de vid: Viognier, Chardonnay, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah. Lo que necesitaba era, más allá de la marca, el packaging y todas las herramientas de comunicación, una historia que contar. Concretamente la suya.

¿Qué es esto?

Carrascas es una bodega compleja. Muchas variedades de uva, demasiadas para quienes entienden de vinos, conviven en una finca familiar que empezó produciendo un vino íntimo, reservado para amigos y familia. El tiempo y la inercia les ha puesto en el foco, y la calidad de su producto ha conseguido un palmarés internacional tan inesperado como merecido. Sin embargo, la historia que hay detrás de lo que se hace en Carrascas solo la cuenta el interior de la botella, y esto a veces no es suficiente para el mercado vitivinícola.

¿Cuál es el problema?

El continente no estaba a la altura del contenido, y esto es un grave problema a efectos comerciales, tanto para el distribuidor como para el cliente final. Más si cabe en el mundo de los vinos. Y si hay algo peor que una historia mal contada, es una historia sin contar.

¿Cuál es la premisa?

En la finca Carrascas, todos los elementos que la componen influyen en el vino que allí se elabora. Desde la tierra donde nace la vid y las carrascas centenarias que las rodean hasta las avutardas que anidan cerca. Todo ello juega un papel fundamental en el proceso y la concepción de un vino de primera calidad. Carrascas debía entenderse como una marca que ha sido capaz de encerrar todo tipo de factores complejos (ambientales, gastronómicos, filosóficos, espirituales, meteorológicos, territoriales, físicos, químicos, humanos y naturales) en la sencillez de una botella de vino.

¿Y qué habéis hecho?

Para transmitir toda la profundidad de matices que hay en la finca, creamos un logotipo mutable y adaptable a través de distintas tipografías que, juntas, se construían siempre en armonía. Para el packaging, quisimos demostrar la importancia del entorno y cómo influye este en el resultado de cada botella, así que recogimos escenas que sucedían en torno a la finca y nombramos así a cada vino. Creamos seis versos diseñados de tal forma que, juntos, pudiesen contar la misma historia sin importar el orden. Por mucho que los factores se alteren. Igual que sucede en la finca con el vino. Todo ello recogido en una pieza editorial central que terminaba de elevar el concepto que hay tras una bodega de estas características.

Craft

Planteamos un diseño tan complejo y variado como limpio y ordenado, que culminaba en una pieza editorial donde desarrollamos la historia del vino desde muchos puntos de vista: climatológicos, arquitectónicos, racionales, ficticios, humanos, biológicos o matemáticos. Así son los elementos que conforman el ecosistema que hay tras cada botella. Así, al fin y al cabo, es la vida que rodea la bodega. Bella y caótica. Como cada uno de los elementos de la nueva marca.

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