Nos inspiramos en la estética de la divulgación científica de los años 60 y 70, cuando la ciencia se comunicaba con una mezcla de precisión técnica y poesía visual. Recuperamos ese espíritu para traducir el entrelazamiento cuántico en un lenguaje visual accesible, evocador, didáctico y, sobre todo, cercano al ciclismo. Desde los esquemas gráficos hasta los planos detalle, pasando por la voz en off que recuerda a los documentales educativos de época, todo contribuye a generar un universo visual propio, donde la ciencia se convierte en metáfora emocional. Era importante que la campaña no solo explicara la idea, sino que la hiciese sentir. Que no se limita a mostrar equipaciones, sino a expresar una forma de estar conectados en el mundo.